Viajar en coche de Atenas a Nafplio

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Partir en automóvil desde Atenas una soleada mañana de primavera, dirigirse por la Autopista E94 que va bordeando el Golfo de Sarónica , maravillarse viendo los gigantescos tanques de combustible que se encuentran entre la Autopista y el mar, que constituyen la destilería y almacenamiento de naftas más importantes de Grecia es, ya desde el comienzo del paseo, una sensación muy especial.

Las aguas del Golfo en esa zona son extrañamente azules a pesar de la proximidad de los tanques de combustible y los numerosos barcos cisternas anclados en las cercanías.

El mar tiene allí un tono entre azul y turquesa que nos acompañará durante todo el recorrido hasta Nafplio, la antigua capital de Grecia desde 1829, a aproximadamente 150 km de Atenas, dependiendo de la ruta que se elija para llegar.

Durante el viaje pasaremos por Korinthos, una ciudad bastante importante, y entraremos a la Península del Peloponeso atravesando el istmo de Korintos por un puente, porque actualmente está cortado por el Canal de Korintos, obra del hombre.

Seguimos hacia el sur por una ruta ahora secundaria para no alejarnos del Golfo, y luego de un rato de pasar por pintorescos pueblos pesqueros como Amoni y Korfos, llegamos a Nea Epidavros, donde se encuentra uno de los más grandes y magníficos anfiteatros que la cultura griega nos legó. Es tal la perfección de la construcción y la acústica del lugar, que se puede hablar casi en un susurro estando en el centro del anfiteatro, con alguien que se encuentre en el punto más alto de las gradas, a no menos de cincuenta metros de distancia. En él todos los años se llevan a cabo una serie de conciertos con famosos artistas líricos y populares de toda Europa (allí cantó no hace mucho Plácido Domingo).

Visitamos luego el museo de Historia de Epidavros, que está abierto todo el año y al cual se accede luego de abonar una contribución de 5€ en la entrada al complejo que permite visitar toda la zona, el museo, el anfiteatro y las ruinas. El museo tiene trozos de mampostería originales y objetos perfectamente conservados de más de dos mil años de antigüedad, utensilios domésticos y restos de armas de la época.

Continuamos camino hacia nuestro destino, y a no más de media hora de viaje comenzamos a divisar a lo lejos, sobre una colina, una construcción amurallada, que nos indicó que habíamos llegado al destino de nuestro paseo, la que pronto veríamos era la increíble población de Nafplio, un lugar bellísimo lleno de flores y tabernas donde saborear un buen vino griego.



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