El islote de Telendos, solitaria belleza
Separada por un canal de sólo 700 metros, de largo de la costa de Kalymnos, se encuentra esta isla que en los tiempos antiguos era parte de aquélla hasta que las separó un terremoto, aproximadamente en el siglo V. Desde entonces Telendos, pequeña y mágica, sólo es accesible por aire o por agua, mediante un ferry desde Myrties, en Kalymnos que en pocos minutos nos dejará en su precioso y pintoresco puerto. También hay unas pequeñas embarcaciones que hacen viajes frecuentes durante todo el día, transportando pasajeros entre ambas islas.
Sus apenas cincuenta habitantes se dedican a la pesca, la recolección de esponjas y la atención a los turistas, y tiene unas playas de fina arena, ofreciendo la posibilidad de largas caminatas para descubrir sus rincones y explorar entre las ruinas y practicar buceo en sus aguas transparentes. El pueblo es pequeño, de calles estrechas y lleno de barcitos y tabernas donde se puede disfrutar de la gastronomía tradicional. Las casas son pintorescas y los lugares para alojarse son sencillos y tienen todo el sabor local.
Por su ubicación y origen, Telendos no es afectada por los vientos del Egeo, y esto permite el notable desarrollo de los bosques de pinos. Se puede visitar el castillo abandonado de San Constantino, a una hora de caminata desde el puerto, aunque también se puede tomar un barco que nos dejará en un desembarcadero bajo el monasterio y desde allí es una breve caminata de veinte minutos.
Los hallazgos arqueológicos han revelado una cultura cristiana bien organizada en los siglos V y VI; la basílica paleocristiana de Agios Vassilios y el cementerio cristiano sugieren que el lugar estuvo habitado por una sociedad rica y noble. Se pueden ver restos de casas, iglesias y cisternas; desde la fortaleza o castillo de San Constantino, en lo alto, podremos obtener preciosas vistas del Dodecaneso y de esta pequeña y más bien desierta isla de bellísimos paisajes.
Los que conocen Telendos dicen que si la visitas, no querrás irte de aquí, ni dejar de disfrutar de sus impresionantes puestas de sol, la amabilidad de sus habitantes, sus pequeñas joyas históricas y los paseos por el muelle y la orilla.
Aquí no hay automóviles y, por lo tanto, no hay ruido ni contaminación; más aún, las playas son pequeñas y poco organizadas; se destacan la muy bonita Potha, Paraíso y Hoklakas, todas cuentan con hamacas y sombrillas de alquiler, especiales para los amantes de la paz y el naturismo.
Foto: Wiki Commons
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