Los higos en la cultura griega
Se dice que el higo era el fruto preferido de Platón, este filósofo griego que junto con Aristóteles es el creador del pensamiento occidental. No es de extrañarse: altamente nutritivo y delicioso, está presente en la gastronomía mediterránea y griega en especial desde hace más de cuatro mil años y se lo conoce como “la fruta de los filósofos”.
Aunque no es precisamente una fruta sino una «infrutescencia» o flor invertida, en la antigua Grecia era considerado un manjar; los ganadores de las Olimpiadas los recibían como premio y eran coronados con hojas de higuera. Los sabios médicos griegos los recetaban ante problemas febriles, falta de tono muscular y otros problemas de salud, ya que lo consideraban símbolo de vigor. Se consagraban a Dionisos, dios de la renovación, y se acostumbrar plantar una higuera en cada nueva ciudad para señalar el lugar de reunión de los ancianos. El origen mitológico de la ciudad de Sikea (precisamente “higo” en griego antiguo, ubicada en Lacedemonia, el montañoso Epidauro) es la historia de Gea que, perseguida por Zeus, se transformó en higuera para pasar desapercibida. En otras culturas griegas como los helenos y de otros lugares de Oriente, los higos y ramas de la higuera tenían connotaciones sexuales.
La presencia del higo en la gastronomía de Grecia y cultura griega se encuentra el bazyma, pastel de queso con harina, miel, higos secos y nueces; la fruta fresca como postre o secos para el aperitivo. Para las frugales costumbres griegas, una comida podía consistir sencillamente en un puñado de higos frescos o secos que se acompañaba con leche cuajada con jugo de higos y panes. Los higos y el queso completaban otros platos con carne como el ragut de cerdo; esta combinación era muy valorada al punto que era la única alimentación de los atletas.
Mientras que por mucho tiempo los antiguos griegos prohibieron su exportación, tampoco podían cosecharse hasta que unos sacerdotes llamados “sicofantas” anunciaran de modo oficial su madurez. Más adelante se llamó sicofantes o sicofantas a quienes denunciaban el contrabando de higos, y luego por extensión a todos los delatores y chantajistas.
Hoy en día, a falta de sicofantas, para saber cuándo están maduros los higos podemos guiarnos por este dicho popular: “cuello de ahorcado, ropa de pobre y ojo de viuda”, es decir, el cabo del higo debe estar seco y la piel arrugada y al abrirlo, debe dejar caer una lágrima de dulce jugo.
Foto: Min. de Turismo de Grecia
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