La gran Iglesia de Parigoritisa, en Arta

Iglesia de Arta

Arta, la segunda ciudad más grande del Epiro y la primera en su historia, es un lugar de belleza única; ubicada en la cerrada bahía de Amvrakikos, con sus aguas poco profundas y sus románticas puestas de sol, es considerada también un paraíso para los pescadores, los niños y los amantes de la Naturaleza.

Hay muchísimo para ver y hacer aquí en Arta, como pasear en bote en la laguna de Rodia, visitar el Faro de Koprena y sus tres museos, o los cañones del Tzoumerka que guardan un tesoro histórico de incalculable riqueza.

Arta es considerada el reino del agua de Grecia, salpicada de innumerables arroyos, riachuelos, cascadas, puentes y molinos, con la tasa de precipitaciones más alta del país; es ideal para visitar en cualquier época del año, pero en primavera, cuando comienzan los deshielos, se forman los espectaculares rápidos del río Tzoumerka antes de su desembocadura en la bahía de Amvrakikos.

Pero además la ciudad de Arta alberga un sorprendente patrimonio arquitectónico en sus iglesias y castillos, como la gran Iglesia de Parigoritisa, dominando la ciudad en la ladera occidental de la colina Peranthi.

Fue fundada en 1285 por Nicéforo I Comneno Ducas y la construcción en realidad tuvo dos etapas: el templo menor, construido por el Obispo Michael II y su esposa Teodora, figura desconocida de destino incierto, y el monumento actual, construido por el hijo de Michael y su esposa Anna Palaiologina Kantakouzene, que quiso ser digno de la gloriosa ciudad de Arta. Cuenta con una muralla, dieciséis celdas construidas con piedras de los antiguos edificios de Amvrakia y una necrópolis en el lado sudoeste.

Este templo es de dimensiones impresionantes, con más de veinte metros de lado; la cúpula central tiene un diámetro exterior de 7,58 metros y una altura de 3,50 metros. En realidad son cinco cúpulas de ladrillo apoyadas sobre columnas de mármol que dan la sensación de estar flotando.

La decoración es fantástica, con cerámicas, baldosas de piedra blanca y barro cocido, meandros, frisos con rombos, arcos ciegos y un aire renacentista. El interior fue muy dañado aunque se trasluce el esplendor original.  Pero lo más sorprendente es el sistema de apoyo de la cúpula central del templo de la Consolación, único en el mundo: pilastras de a pares en la zona central sobre las que se monta un voladizo, nuevas columnas en el segundo piso que sirven de apoyo a los arcos, y por último la cúpula construida sobre éstos, lo cual da una forma piramidal que recibe iluminación natural y deja ver la cúpula desde la entrada principal.

Foto: vía Marinos Angelis



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