Tifón, el padre de los monstruos griegos
Si hace poco hablábamos de la madre de los monstruos mitológicos en la Antigua Grecia, hoy le toca el turno al padre, más conocido como Tifón. Esta divinidad primaria está relacionada con los huracanes y fue el último hijo de Gea y su padre fue Tártaro.
Según la mitología, Tifón intentaría destruir a Zeus por haber derrotado a los titanes. Dicen también que éste logró derrotar a Zeus arrancándole los tendones, pero que Hermes se los devolvió y Zeus comenzó a luchar nuevamente con Tifón con mucha más valentía y tesón hasta que finalmente lo derrotó y lo mandó al monte Etna.
Las descripciones hablan de un ser enorme y espeluznante. Un monstruo alado de tal tamaño que no le era nada complicado alcanzar las estrellas. Sus dedos eran cabezas de dragón, mientras que entre sus muslos corrían un gran número de serpientes, venenosas y mortíferas. Podría vomitar fuego, crear terremotos, provocar huracanes y destrozar todo a su paso con una simple mirada de odio.
Como suele pasar en la mitología griega, hay muchas versiones diferentes. Mientras algunos escritos declaran lo expuesto anteriormente, otros aseguran que Zeus lo derrotó rápidamente saltando desde el Olimpo y envolviendo su cabeza con llamas, enviándolo automáticamente al Tártaro.
Otra versión aseguraría que Tifón llegó al Olimpo y que los dioses, temerosos de su poder, escaparon a Egipto. Tifón les daría alcance, y ellos, en un último intento por escapar, se transformaron en animales. Este relato, perteneciente a Ovidio, no hablaría de que pasó después, saltaría automáticamente al momento en el que fue derrotado y confinado al Etna.
De los hijos que tendría con Equidna destacan Cerbero, la Quimera, Ortro, la Esfinge, la Hidra de Lerna o el León de Nemea. Además, Tifón sería padre de los vientos cálidos.
Algunos escritores helenísticos identificarían este dios con el egipcio Seth y muchos otros investigadores religiosos con el arcángel Sandalfón.
Sea como sea, cualquiera de las versiones nos muestra un ser completamente despiadado, capaz de terminar con cualquier ápice de vida en cuestión de segundos. Vamos, un ser al que no nos gustaría encontrar por la calle.
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