Braurión: un espectacular yacimiento clásico
A pesar de que esta atracción turística no goza de la popularidad que merecería, las interesantes ruinas de Braurión (o Brauron) son una visita casi obligados para aquellos que decidan pasar unos días de vacaciones en Atenas, en cuyas proximidades se enmarcan.
Si bien su aspecto actual no da pistas acerca de su antiguo esplendor arquitectónico, muchos tesoros arqueológicos recuperados en este lugar —y actualmente conservados en su museo—, revelan que este fue un importante centro de adoración de Artemisa, deidad protectora de los niños y los animales. Según reza la leyenda, este enclave fue fundado por los hijos de Agamenón, Orestes e Ifigenia, artífices de la introducción del culto a Artemisa en Grecia.
Aunque es cierto que se han recuperado vestigios correspondientes al neolítico y a la civilización micénica en el otero que hay sobre el yacimiento, lo cierto es que fue el tirano Pisístratos quien contribuyó a la pujanza de Braurión, cuando allá por el siglo VI a.C: estableció el culto a Artemisa como religión oficial de Atenas.
En el pasado, el punto neurálgico de este recinto sagrado —el templo de Artemisa, como no podía ser de otro modo— se hallaba al norte de la antigua acrópolis. Erigido en el siglo V a.C. y de estilo dórico, apenas sí quedan unos pocos cimientos consagrados a esta diosa. Junto a los restos, se eleva la capilla de Agios Geórgios, de factura bizantina tardía. Desde este enclave, arranca un camino que conduce a la llamada tumba de Ifigenia, considerado como el templo más antiguo del lugar. Allí se pueden admirar también los cimientos de la denominada Casa Sagrada, que era el hogar de las sacerdotisas.
Continuando en sentido norte, el viajero tendrá ocasión de descubrir las ruinas más extensas, como el partenón de las Niñas Oso (en la imagen), circundada de una estoa del siglo V a.C. Más al oeste, además, también hay un templo de piedra de este mismo período.
– Información práctica para viajar a Atenas
Foto vía: Absolut Grecia
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