Una excursión al monte Parnes, cerca de Atenas
Todos aquellos que tengan pensado disfrutar de unas vacaciones en Atenas, no deberían pasar por alto la posibilidad de descubrir uno de los rincones naturales más hermosos de la Grecia continental: el monte Parnes (o Párnitha, respetando la etimología local). Seductor como pocos, este idílico paraje tiene reservadas magníficas sorpresas para el viajero.
Ya en la Antigüedad, esta montaña albergó el hogar de un buen número de animales salvajes. En la actualidad, esta abrupta sierra —que se extiende cerca de 25 km de este a oeste— carece de la amenazadora fauna de otras épocas, aunque no por ello deja de ser un templo de biodiversidad. En efecto, accediendo a este monte es posible contemplar tortugas entre los arbustos, así como aves rapaces que sobrevuelan el pico de Karampóla, sito 1.413 m sobre el nivel del mar.
Por otro lado, tampoco hay que perder de vista la extraordinaria flora que atesora el monte Parnes, que incluye un amplio abanico de flores silvestres que crecen fundamentalmente en la primavera y el otoño. Así, el ciclamen y el azafrán forman parte de este atractivo paraje. Se trata de especies que compiten en belleza con las sobrecogedoras vistas panorámicas de las que podrá disfrutar el recién llegado.
Huelga decir que este enclave es muy apreciado por los senderistas, ya que desde allí se pueden realizar interesantes rutas. La más popular va desde Thrakomakedónes (ubicada en la ladera del monte) hasta el refugio de Bafí en poco más de dos horas. Se comienza caminando sobre «máquis» mediterráneo, que da paso a senderos bien visibles que preceden hermosos bosques de abetos. Una vez en Bafí, se aconseja proseguir la marcha hasta el refugio de Flampoúri.
En la pequeña localidad de Acharnés (bien conectada en autobús con los municipios cercanos), es posible tomar un funicular que asciende a un casino construido a 900 m de altura.
Foto vía: Kostas.V
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